Como tal labor requería un esfuerzo extraordinario, y la capacidad y conocimientos de varios especialistas del crimen, me di a la tarea de reclutarlos buscando entre los más grandes perpetradores de asaltos y fraudes en la ciudad.
Tardé tres semanas en tenerlos a todos juntos y convencerlos de mi plan. Los cité una tarde para explicarles mi proyecto de robo y la función que realizarían cada uno de ellos. Aquí estaban en el sótano de mi casa desde donde sería el centro de operaciones. A continuación doy los nombres del equipo reunido en ese momento, integrado por personalidades del mundo del crimen.
Miguel Cerrojo, un infalible penetrador de puertas y capaz de abrir cualquier fortaleza.
Leo Hacker, excelente elemento de respaldo que conoce totalmente el mundo de la electrónica y la informática. De excelente ayuda cuando se trata de neutralizar alarmas.
Gina Lee, una guapa chica surfista, que se agregó al equipo por ser la novia de Hacker. Debo decir que la única razón para que yo finalmente la aceptara, fue porque usaba ropa bastante ligera y corta que la hacía ver bastante bien.
El Gordo, un camionero que sabía a la perfección el negocio de trasladar valores robados.
Hércules, ex combatiente callejero y rebelde sin causa experto en armas. De utilidad en caso de repeler una intromisión de la policía y cubrirnos las espaldas para poder huir con el botín.
Karina Fontana, adolescente e hija de mis padres y por lo tanto mi hermana. Iba a ser imposible dejarla en casa y por lo tanto tuve que llevarla con nosotros. Si no lo hacía, nos iba a delatar con la policía y peor aún, les diría a Papá y Mamá que ando en “malos pasos” y vendrían a mi casa a darme un nuevo sermón.
Después de hacer las correspondientes presentaciones y de indicarles dónde se encontraban el baño y la cocina, comencé a explicarles la gráfica que contenía la descripción de mi idea y del botín que quería sustraer. De inmediato surgieron dudas acerca de los inconvenientes que surgirían para lograr concretar el robo del esqueleto del Mamut.
-Pero no entiendo ¿Para qué quieres robarte los huesos de un animal muerto? No sería mejor robar un banco, o asaltar a un millonario. –dijo mi hermana, entre el murmullo de aprobación de los presentes.
-Karina cállate, te dije que te quedaras arriba viendo videos. Además tú no sabes cuál es el concepto de este robo. No opines si no sabes –le regañé yo por sus impertinencias.
-Oye Fontana, ella tiene razón. Para qué queremos un estúpido fósil de elefante de hace miles de años ¿Qué beneficios vamos a tener de eso? –dijo El Gordo.
-¡Me estás ensuciando el mueble, panzón! Ya deja de estar comiendo churritos. No han entendido nada de lo que les expliqué: el móvil de este robo no es el lucro, es el prestigio.
Debo admitir que mi paciencia se quebrantó un poco cuando todos comenzaron a reírse de mi idea, pero no dejé que el pesimismo predominara en el ánimo. Esperé un par de minutos con los brazos cruzados a que terminaran sus risas, alentadas por los ademanes de burla de mi hermana, y continúe con la descripción del proyecto. Me fue difícil convencerlos, pero debido a mis grandes dotes histriónicas y mi llanto lastimero y lastimoso, accedieron a ayudarme.
Pasó una semana más y ya estaba listo todo de mi parte para llevar acabo el evento acordado. Les tuve que volver a llamar a cada uno de los integrantes por que la mayoría ya lo habían olvidado. La única que no lo olvidó fue mi hermana, quien todos los días me escuchaba hablar de eso y creo que se hartó un poco del tema. Pero se lo tiene bien merecido por ponerme en vergüenza frente a mis compinches. Las cosas estaban bien dispuestas y listas, pero la impaciencia se me acrecentó con el paso de las horas, pues ninguno llegaba y mi hermana sólo se carcajeaba con mis muecas de coraje.
-Entiende que no van a venir, yo hablé con ellos en la semana y no van a venir- dijo mi hermana con la voz entrecortada por la risa.
-Sí van a venir, teníamos un acuerdo y ellos son muy profesionales. ¡No me estés cansando la vida, Karina! Es sólo cuestión de tiempo y estaremos en camino de hacer el gran robo.
-¿El gran robo de qué? ¡Eres muy necio con esos huesos de animal muerto! Yo sé lo que te digo: NO-VAN-A-VENIR ¡Entiende!
Tuve que salir de la casa para no escuchar las burlas. No es que me estuviera dando por vencido, pero ya pasaban dos horas del tiempo acordado y nadie se había presentado a mi casa. “Quizás se les hizo tarde a todos y tengan planeado llegar allá al Museo” pensé con el brillo de optimismo que me caracteriza.
Me puse en camino pues la noche estaba avanzando, y tomé un autobús hacia el Museo. Supuestamente iríamos en el camión del Gordo, pero debido a que no llegaba tuve que viajar en transporte público. Una vez que llegué, constaté que para mi tristeza, era cierto lo que me dijo mi hermana. Ninguno de los convocados asistió a la cita y yo me tuve que aprestar solo a realizar el robo. “No importa –pensé- el botín de la gloria y la fama será mayor para mí”.
Yo había calculado que la parte lateral del Museo tenía un par de ventanas que se habrían fácilmente, ejerciendo presión con una cuña. Por desgracia me equivoqué y tuve que sacar un martillo y un cincel, para golpear fuertemente la bisagra y sacarla de su eje. Después de algo de forcejeo y hacer más ruido del que tenía planeado, pude desprender la ventana del marco y dejar libre su rectángulo.
-¿Joven, que hace usted allí trepado?
Caí al piso presa del susto que me provocó esta voz, y me lastimé un tobillo con el impacto. La caída fue estrepitosa y dolorosa. El pantalón se me rompió y quedé todo raspado. Un anciano de uniforme (presuntamente el velador) me miraba sorprendido mientras yo hacía gestos de dolor en el piso de la calle.
-Con cuidado joven, eso le pasa por andar de vándalo rompiendo ventanas de madera. Qué resbalón tan feo se puso.
-¡Auch! ¡Auch! Me ha usted atrapado –grité para pedirle clemencia y rogarle que no llamara a la policía –me merezco esto por intentar robar el esqueleto del Mamut. Soy un delincuente, lo sé, es mi castigo… ¡Auch! ¡Auch!
-Jejeje está usted un poco atrasado en noticias joven. Al Mamut se lo llevaron a Europa para un congreso internacional de Paleontología. Esta noche solo tenemos vasijas rotas y piedras del precolombino.
Logré distraer su atención y causarle lástima. Me frustré al saber que el golpazo y los raspones no valieron la pena, pues no había Mamut que robar, pero utilicé mi audacia y logré huir.
-No intente nada señor. Estoy armado y soy peligroso, no quiero lastimarlo –me caí de nuevo mientras le decía esto, porque el suelo tenía un hueco, pero me levanté rápidamente para no demostrarle debilidad –, voy a huir y no debe detenerme.
-No pues por mí váyase, a mí la ventana ni es tema que me interese. Total mañana vienen los de mantenimiento y me la arreglan en lo que canta el gallo. Además esas ventanas dan al baño público. Nadie se querría meter allí, están bien sucios jejeje y las puertas hacia el interior del museo están cerradas. Mejor váyase a su casa joven y tómese un té para el dolor. Con una buena sobada de analgésico se le quita la hinchazón que trae.
-No intente nada, me estoy retirando y espero que no me siga. Estoy armado y soy peligroso, le repito que no quiero causarle daño.
-Que le vaya bien joven, venga cuando guste a visitarme. ¡Que tenga buenas noches!
-Soy peligroso, no intente detenerme.
-¡Vaya con Dios, joven! ¡Hasta luego!
Logré escapar de las garras de ese velador que quería arrestarme, pero gracias a mi sagacidad y mi rudeza, logré mostrarle quién tenía el control de la situación y la serenidad para manejar las cosas. Así logre retirarme del lugar sano y salvo.
Me fuí cojeando por la calle recorriendo varias cuadras con un poco de dolor en el tobillo y deseando que pasara un taxi, pero la calle estaba solitaria y vacía. Inesperadamente un vehículo de potentes luces delanteras resplandeció mis ojos y creí que alguien me estaba siguiendo, pues intenté huir, pero el vehículo acompañó mi lento trajín de dolorosa dificultad con un lento avance también.
-¿Bueno qué quiere de mí? –le grité -¿Es usted un policía o un vago o un acosador? Apague sus luces porque no puedo mirarlo claramente, me está deslumbrando… ¡Identifíquese!
-¡Ya cállate Fontana! Pareces una colegiala hostigada ¿Vas a subirte o quieres irte arrastrando hasta tu casa? Pedazo de pelmazo.
-¿Hércules, eres tú?
Entré al vehículo y pude darme cuenta que se trataba del camión del Gordo. Ahí estaba todo mi equipo de sinvergüenzas, el mismo que me había abandonado horas antes.
-Gordo, no puedo creerlo, trajiste el camión. Hacker estás aquí, con tus computadoras. Miguel Cerrojo y Hércules, estoy feliz. No puedo creerlo, vinieron a ayudarme… Después de todo no me abandonaron ¡Son buenos compañeros! ¡Los quiero amigos!
-Jajaja Fontana quién sabe qué hongos te habrás fumado el día de hoy –dijo el Gordo con su inigualable risa cavernosa, mientras conducía con habitual falta de cuidado.
-Tranquilo Fontana, estás ebrio o se te subieron las sustancias –espetó Hacker con un tono de mucha sorna –Venimos de hacer el gran robo, nos ha ido muy bien.
-¿No entiendo, trajeron el Mamut? Pero ni siquiera está en la ciudad…
-¿Cuál Mamut? Eres un idiota ¿Todavía tienes esa ridiculez en la cabeza?
-Jajaja Relájate Hércules, parece ser que a Fontana no le pasaron el “memorando”. Enséñale…
Me desconcertaron un poco las palabras de Hacker, pero entendí lo que había sucedido cuando Hércules abrió la puerta del compartimiento trasero del camión y me enseñó todo. Ahí estaban la novia de Hacker y mi hermana Karina, contando y administrando unas bolsas al parecer llenas de dinero.
-Te dije que no iban a ir a lo del Mamut, pero eres muy terco. Jajaja Mamá tiene razón, tu necedad va a acabar contigo.
-Tu hermanita es muy lista Fontana, robamos un banco y nadie se dio cuenta. Mañana que lleguen los ejecutivos van a encontrarse con la sorpresita de que no hay plata jajaja –dijo Gina la novia de Hacker, este último se acercó y le dio un beso muy salivoso para después decirle: “Ahora sí reina, nos vamos a las Bahamas”.
-Pero muchachos, no entiendo…
-Llevas varios años sin entender nada…
-¡Cállate Karina! Me estás cansando la vida, en serio… Muchachos pero… ¿y la gloria? ¿Qué hay del Mamut que íbamos a robar para ser famosos?
-Ah si, lo de los huesos aquellos, sí lo recuerdo ¿Cómo te fue con eso Fontana? Te veías muy emocionado… -dijo Hacker brevemente pues fue interrumpido por Gina, que lo agarró con fuerza para darle otro salivoso beso. Hércules y Miguel Cerrojo se acercaron con mi hermana para ayudarle a contar los billetes.
-Sí cómo te fue con los huesos… -dijo Miguel sin siquiera voltear a verme. Expresando después una risa porque a Hércules se le soltaron los billetes que estaba contando y tendría que empezar de nuevo. No le cabían en las manos y se le caían, era demasiado dinero.
-Bien… me fue bien… está muy bonito el Mamut…
-Qué bien Fon-tana, lue-go nos lo ense-ñas… To-dos conten-tos esta noche –dijo Gina a pedazos, porque entre tanto beso y tanta saliva, no podía hablar con claridad.
El resto de la velada los muchachos se la pasaron contando dinero y bebiendo cerveza. Estuvieron en el sótano de mi casa y yo sólo tome unas cuantas botanas y después me retiré a mi habitación, pues las bromas y burlas de mi hermana acerca del Mamut ya me habían hartado.
No pude dormir muy bien esa noche pero por lo menos los muchachos me dieron dinero para que me comprara otro pantalón nuevo, pues el que traía se me raspó y ensució con las caídas de ese día. Salí de la aventura sin pérdidas ni ganancias. No fue tan malo después de todo. Sé que debo aprender de mis errores y no volver a cometer las mismas imprecisiones. Es lo que pienso hacer de ahora en adelante. Espero que ese Mamut regrese pronto a la ciudad y ahora sí la voy a hacer en grande, es sólo cuestión de tiempo.
Etiquetas: Primera Temporada