miércoles, 23 de enero de 2008
Esta colorida aventura de LINO FONTANA es traída hasta ustedes por Pedro J. Hernández, como a eso de las 20:02... bueno, más o menos a ésa hora.

La finura, clase y estilo son cualidades que siempre he envidiado a los grandes hombres. Sin embargo, por las particularidades de mi vida, nunca he gozado la fortuna de tal sofisticación, ni mucho menos considerarme tan importante como cualquier notable señor.
Debido a esto, me propuse dejar testimonio de mi inclinación por la elegancia, deviniéndola hacia mí mediante un robo magistral. El cual sería la sustracción de las recetas de cocina del famoso Chef Gordiano, reconocido preparador de alimentos e innovador gastronómico. Para lograr dicha hazaña, pedí trabajo como mesero en su restaurante, un fastuoso y solemne lugar bautizado con el poco imaginativo nombre de “El Gourmet de Gordiano”.
Y así me encontraba yo aquí, tomando los pedidos de los clientes, sirviendo platillos de escrupulosa preparación y dándole la bienvenida a los quisquillosos y exigentes comensales, todo bajo la atenta supervisión de Maese Gordiano. El trabajo era arduo y varios de los asistentes al establecimiento eran aristócratas de diversa profesión, por lo cual nuestro Chef se mostraba más aprehensivo con cualquier error.

-Ay Lino, cómo me duele la espalda, ya no aguanto a éstos payasos. Mira a ese señor del rincón, Gordiano me dijo que era el dueño del Diario Metropolitano y me tiene haciéndole marca personal. Dice que si lo atendemos bien, nos puede beneficiar con una buena crítica en su sección de restaurantes. Ya no lo soporto es un petulante, o como decimos en mi barrio, un estirado.

-Si Nachito, lo entiendo. Yo tengo que ir a recibir a cada cremoso aristócrata que entra por esa puerta, decirle un estúpido discurso de bienvenida y situarlo en alguna mesa. Mientras ellos ignoran cada palabra que digo, como si yo fuera invisible.

-Lino, mira ése reloj que trae la esposa del Alcalde. Yo con ése reloj comería todo un mes. Y los aretes, observa cómo brillan, si los robara y los vendiera podría comprarme una mesa para poner mis cervezas. Y un cenicero… y un florero con forma de mujer nalgona… y una revista de Playboy…

Nachito era mi vulgar, pero simpático compañero de trabajo. Era flaco y correoso, sus gustos simples y su sencillez candorosa. Desde que entré allí supe que seríamos amigos, máxime que compartíamos la misma afición por la cleptomanía. Sin embargo, mientras yo trataba de lograr la inmortalidad sublime por mis hurtos, Nachito tenía intenciones más pedestres cuando pensaba robar algo. Su vulgaridad y carencia de ideas, se reflejaba en los tristes y banales objetos que intentaba robar. En la cocina nadie se explicaba por qué siempre faltaban cucharas, tenedores, cuchillos o cualquier cosa pequeña de plata. Yo sabía que mi querido Nachito era el responsable de esto, y más sabía cuál era el beneficio que obtendría de estas cosas robadas: las vendería para comprar pornografía, marihuana requemada, cervezas, películas “gore” de los ochentas y un sinnúmero de baratijas y cacharros que le gustaba tener. Pobre Nachito, sus gustos mundanos me daban ternura.

Y estaba en la plática con mi estimado compañero, cuando súbitamente Gordiano me llamó para acudir a la presencia de un hombre, proveniente de la Oficina del Alcalde. Corrí a la puerta para recibirlo y conducirlo a la mesa del funcionario.

-Soy el Secretario Vázquez de la Oficina General, y busco al Alcalde Mayagoitia. -Me dijo secamente el hombre, mostrando en sus palabras cierta premura.

-Adelante caballero, el Alcalde se encuentra degustando su cena. Acompáñeme para disponerle un lugar junto a Él. –hice una seña, y el sujeto me siguió sin variar su semblante adusto.

-Disculpe usted, Alcalde Mayagoitia; le hago de su conocimiento que su Secretario General hace acto de presencia y desea unirse a su convite. –El Alcalde me miró con indiferencia y luego observó a su hombre parado junto a la mesa.

-Si muchacho, gracias, puedes retirarte –me dijo el alcalde-. Pues vaya, no me esperaba su visita señor Secretario. Siéntese y acompáñenos, estoy tomando los alimentos con mi esposa.

-Buenas noches, Señora De Mayagoitia, buenas noches Señor Alcalde. Lamento interrumpirlos, pero el motivo de mi visita me lo exige.

-Hable ya, Vázquez, que me tiene intrigado.

-Señor ¿recuerda el asentamiento irregular de Bosque Frondoso?

-Ah sí, esos gitanos cuatreros que estaban invadiendo un predio de propiedad privada. Ya los mandé desalojar del lugar y metí a los líderes a la cárcel. Hicieron sudar un poco a mis policías, pero al final hemos ganado, y el dueño del terreno me ha prometido grandes “ayudas para el municipio” jejeje Si sabe usted a lo que me refiero…

-Señor, eso fue un gran error. La opinión pública lo percibe a usted como un tirano represor. El desalojo de una docena de familias, en Bosque Frondoso, no se interpretó como la defensa de los derechos del propietario del predio; sino como un cruel despojo a la gente pobre.

-¡Oh por Dios! ¡Si sólo fueron 9 o 10 los arrestados! Y se lo tienen bien merecido por robar el ganado ajeno. Y que me den las gracias por no arrestar a las familias enteras, que ya incurrían en un delito por invadir propiedad privada.

-Lo sé, Señor. Pero aún con esto, usted sabe que las masas viven de imágenes simplonas y superficiales de sus autoridades; debe dar marcha atrás con esto. Además sólo se robaron un par de vacas para tomar su leche, y ni siquiera las mataron. Debe liberar a los presos y hacerles prometer que no volverán al predio. ¡Y listo! Cuando la gente compruebe su bondad, recuperará su popularidad. ¡Recuerde que estamos en año electoral!

-Ya lo sé, los miembros de mi partido me recuerdan eso cada semana, y claro que quiero llegar a la gobernatura. Pero no puedo dar marcha atrás, Vázquez, no es tan fácil. Los empresarios no quieren dar dinero para mi campaña porque piensan que soy débil frente a la delincuencia. Con estos últimos arrestos, comenzaban a respetarme.

-Eso es bueno Señor Alcalde, pero los empresarios no representan el grueso de los votantes. Si quiere una buena cosecha de su partido en las elecciones, debe sembrar de inmediato simpatías entre los ciudadanos comunes, los de la calle. Haga algo que lo identifique con ellos.

-Maldita sea, la opinión pública es tan torpe y tan pedestre, dígame señor Secretario ¿qué podré hacer para ganarme a los ciudadanos de esta ciudad?

-No lo sé, tendremos que pensarlo con cuidado, Señor.

Cuando el Alcalde me pidió retirarme, fui a ayudarle a Nachito con una orden de platillos especiales que debía servir en diferentes mesas. Terminado esto, nos pusimos a ordenar la vajilla y observar de lejos a todos los comensales.

-Bola de cremosos. Les hablo y parece que soy invisible, ni siquiera me voltean a ver. Se creen los muy elevados, como si Dios los hubiera hecho a mano. ¡Me cago en ellos! –le dije a Nachito, mientras éste se deslizaba un par de cucharas en la bolsa de su pantalón.

-Cierto, Lino. A mí me traen corriendo estos payasos. Si el café está muy frío me lo regresan, si está muy caliente, me lo regresan… nada más por eso, también me voy a robar este pelador de papas.

-Nachito, ¿qué va usted a comprar ahora que venda todas esas baratijas?

-Pues, siempre he vivido en arrabal. Siempre he tenido una vida malograda, y ahora quiero cambiar, quiero tener algo de verdad más elevado.

-¡Nachito qué bien…!

-Quiero la muñeca inflable que ví en la tienda de Sex Shop. Yo nunca he tenido esos lujos. Siempre lo hago solo y viendo las revistas, ahora quiero algo más digno.

-No Nachito, olvide eso… mire le voy a contar mi plan: Quiero entrar al privado de Maese Gordiano y robarme su Recetario Profesional; quizás si me ayuda usted también consiga algo bueno, pero no revistas porno ni muñecas inflables, no. Puede usted entrar conmigo y tomar las cosas de valor que quiera, y luego venderlas para comprarse ropa de buena calidad, que lo muestre guapo y elegante. Le aseguro que bien vestido y bien peinado, consigue usted a una mujer de verdad. Una que realmente lo bese y lo mantenga despierto toda la noche, como se merece. ¿Qué le parece?

No cabe duda que un hombre común sólo necesita que se le muestren nuevos horizontes, para que de inmediato decida dejar su rutinaria vida y emprender camino hacia el mejor bienestar. Mi compañero no fue la excepción y hasta creí ver un brillo en sus ojos, imaginando lo que mis palabras le describían. Nos pusimos de acuerdo, y convenimos en una señal, que yo le haría, cuando la oportunidad de realizar el robo se presentara.

Pasaron unos momentos, y sucedió un hecho idóneo. Uno de los meseros, dejó caer una bandeja con alimentos, cerca de la mesa del Alcalde. Gordiano corrió a supervisar, él mismo, la reparación de la pifia y cerciorarse que dicho funcionario no hubiese salido afectado por el descuido. Ante tal confusión y semejante distracción, le hice a mi compañero la seña convenida minutos antes, y corrimos los dos por las escaleras hasta la parte superior del restaurante. Mientras, la caterva de morbosos comensales hacía un gran murmullo por la incomodidad provocada, haciendo más aparatoso el incidente. Los empleados del restaurante se arremolinaron en torno a Gordiano, para demostrar prestancia e iniciativa, cualidades exigidas enérgicamente por el Maese. Sabíamos que un mejor momento no habría, así que vimos nuestra ventaja y la aprovechamos.

-¡Rápido, no tenemos mucho tiempo! Yo tomaré el Recetario y usted puede tomar lo que quiera de la oficina. Pero hágalo rápido, aquí está su bolsa y no lo piense demasiado.

-Lino, voy a prender la luz…

-¡No Nachito! Nos delataría, mejor agudice la mirada y afine el tacto. ¡Pero apure, apure!

Creo que el error fue haber tardado demasiado. La codicia también nos jugó en contra. El libro de recetas era muy grande, sabía que en aquella bolsa no podría yo sacarlo de allí discretamente. Mi compañero también intentó llenar su bolsa de muchas cosas, demasiadas. Cuando nos percatamos que el clima en el área de las mesas volvía a la normalidad, tuvimos preocupación y actuamos desesperadamente. Tropezamos los dos y caímos al piso, golpeando un pedestal, donde Gordiano tenía una bella reproducción de la Venus de Milo. Dicha estatua cayó sobre una mesa de cristal y un sonido fuerte, de cristal rompiéndose, salió de aquella gran habitación; llegando hasta los oídos de todos los que estaban en la planta baja. De inmediato el Alcalde se paró y ordenó a sus guardaespaldas revisar. Gordiano hizo un gran escándalo llamando a la policía. Mientras los guardias subían la escalera, Nachito abrió la ventana y se tiró hacia el tejado contiguo, llevando su propio botín en las manos. Yo quise hacer lo mismo, pero los hombres del Alcalde me tomaron de la espalda y me lo impidieron. Todo era un caos y la gente gritaba angustiada. Ellos me llevaron a la planta baja, donde las miradas llenas de sorpresa me escrutaban.

-Pero ¿qué es esto, quién es este sujeto? –preguntó el Alcalde haciendo aspavientos.

-¡Fontana! Usted siempre me dio mala espina, sabía que no debía contratarlo. Es un sinvergüenza y lo he atrapado en pleno hurto. –me gritó acaloradamente Gordiano, con la vena de su frente levantada por la exaltación.

-Llevaba este bulto, creo que es lo que pretendía robar. –dijo uno de los guardias, mientras le entregaba al Chef la bolsa con mi botín.

Maese Gordiano abrió los ojos sorprendido y vació el contenido de la bolsa sobre una mesa, todos se arremolinaban para mirar. Su sorpresa se tornó en regaño y reclamo hacia mi persona.

-Quiero saber qué tipo de trabajador arriesga su empleo y su buen nombre, sólo para robar un pelador de papas, una engrapadora, un pisapapeles, un catálogo de ropa veraniega y un montón de revistas viejas. Sin contar varios cubiertos de plata, ¡lo cual explica por qué habían estado desapareciendo de mi cocina! Fontana, usted es un vulgar ladronzuelo y será llevado a la cárcel por cometer un delito tan cutre.

"Oh no ¡Nachito! Que poca ambición tiene…". Pensé con desconsuelo.

-Miren, sé que les va a sonar raro, pero yo no quería robarme esto… -les aclaré, y acto seguido todos movieron la cabeza en señal de desaprobación.

-¡Ja! Y todavía tiene la desvergüenza de negarlo, aún cuando ha sido atrapado en pleno crimen. ¡Eso dicen siempre los cobardes! Señor Alcalde, le pido que ordene a sus hombres lo arresten y sea consignado por robo.

-Su petición me parece justa, Chef Gordiano. Muchachos, llévenlo a una celda en la prisión. –dijo el Alcalde, levantando el pecho y siendo observado con admiración por los presentes.

Así estábamos, cuando súbitamente se abrieron las puertas del establecimiento. Varios policías y un par de vigilantes al servicio del Alcalde Mayagoitia, entraron con vehemencia llevando a un preso. Al constatar que se trataba de Nachito, supuse que ya no estaría solo en mi celda. Así que en cierto modo, me complació saber que tendría un amigo con quien platicar. Uno de los policías se acercó a Mayagoitia, y con voz firme, le explicó los hechos.

-Señor, hemos recibido el aviso oportuno de sus vigilantes, y hemos atrapado a este malhechor, que sorteó las azoteas intentando escapar con esta bolsa, la cual al parecer contiene su botín de esta noche.

Gordiano se acercó e increpó también a mi compañero de robo. Recibió la bolsa de manos de Mayagoitia e igualmente la vació sobre una mesa. Gritó al ver que contenía su amado Recetario y pidió también la sentencia de ladrón para mi amigo. El Alcalde estaba a punto de pronunciarse de nuevo, cuando fue interrumpido y llevado a un costado por su Secretario General.

-Señor, aquí hay una ventaja, no la deje ir.

-A qué se refiere, Secretario Vázquez, no le entiendo.

-Mire cómo la élite aristocrática de la ciudad está reunida aquí. Sus miradas son de lástima y empatía hacia este pequeño ladrón, escuche sus murmullos. No es como el otro vulgar que planeaba robarse un pelador de papas, no; este es un ladrón idealista. También observe hacia aquel lado y verá al dueño del Diario Metropolitano hablando con su editor por teléfono. Yo escuché su conversación y planea publicar una historia en primera plana acerca del “Robin Hood Gastronómico”, refiriéndose a nuestro pequeño bribón. Creen que se robó el Recetario para darle de comer a los pobres de su barrio.

-Bueno, bueno, ya entendí. Se ha ganado el corazón de todos con su novedosa, pero absurda y cursilona idea de robarse el Recetario del Chef Gordiano, ¿Y? ¡Tengo que castigarlo de todas maneras! O creerán que soy un enclenque.

-No necesariamente, Señor. Si usted castiga y trata como un ladrón cualquiera, a este pequeño “Robin Hood Gastronómico”, lo verán como al Sheriff de Nottingham, el despiadado villano. Piense en el impacto que tendría para su imagen, ser la comidilla de los caricaturistas en los periódicos. Además, aquí se encuentran reunidos artistas, escritores, periodistas y líderes de opinión… todos mostrarán simpatía en sus declaraciones diarias, y usted debe unirse a esta corriente amable que motivarán en el público.

-Vaya, me está usted convenciendo, Vázquez. Dígame qué es lo que sugiere entonces, para solucionar esto.

-Evite que nuestro “Robin Hood” pise la cárcel.

-Ya sé lo que haremos entonces, me viene una gran idea… le daremos trabajo comunitario ligero; que plante unos 10 árboles y luego lo dejaremos en libertad para que goce su fama. Así ganaré las simpatías de ambos grupos. Los empresarios me mirarán con confianza, y la población me tendrá por compasivo y comprensivo. ¡Ah! Y una cosa más Secretario, consígame una entrevista con el Diario Metropolitano. A la gente le encantan éstas historias.

-Usted lo ha dicho, Señor. Así se hará.

El desenlace me fue totalmente desfavorable. Dado que me tomaron por un ladronzuelo muy vulgar, pasé una temporada en prisión hasta que mi hermana se decidió a pagar la fianza. Lo de Nachito sí es digno de mención, pues en varios medios le dedicaron poemas, reportajes, canciones y hasta le pagaron para filmar una película basada en su vida.
A veces, siento que la vida no es muy justa. Pero bueno, mientras pueda volver a levantarme cada día con una nueva oportunidad, no me pienso quejar.

Y a pesar de todo, felicito siempre a Nachito: tiene una muñeca inflable que se ve igualita que Beyonce.

No pide más.

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Estos 9 Amigos de lo ajeno me han aconsejado que:


A Blogger Noemí Mejorada le robé su cartera el día 24 de enero de 2008, 14:21, mientras hacía este comentario en mi blog:

No cabe duda que la ocasión hace al ladrón, Sabina no pensó nunca en el hurto como actividad cotidiana, es más, ni siquiera pensó en él de manera conciente antes de tomar el panecillo de la niña pobre. Pero usted... usted sí que sabe hacerla en grandeee!!!

Espero de verdad que se consagre algún día; que el viento le sea favorable y que el tiempo sea condescendiente con usted regalándole los minutos que le hagan falta para poder brincar por la ventana...

Un saludo!

 

A Blogger Noemí Mejorada le robé su cartera el día 24 de enero de 2008, 14:25, mientras hacía este comentario en mi blog:

Por cierto, me encantó su blog... espero que no le moleste que robe su dirección para colocarla junto a mis blogs favoritos...

:)

 

A Blogger LINO FONTANA le robé su cartera el día 25 de enero de 2008, 9:06, mientras hacía este comentario en mi blog:

Yo le agradezco que le haya gustado mi blog. De hecho, dejé un comentario para usted, en el post anterior: "Los Rituales Me Sacan Canas". Esto debido a que me pareció interesante su observación.

Le agradezco su gesto y lo corresponderé poniendo un Link hacia su blog.

Sea usted, Bienvenida.

 

A Blogger Jesucristo le robé su cartera el día 25 de enero de 2008, 11:33, mientras hacía este comentario en mi blog:

Wow! que injusticia que a usted no lo hayan tratado como heroe. Igual, no se si sabia usted, pero Robin Hood hoy en dia esta en el infierno, porque creia que yo era un rey o algo, y me solia robar las alas que siempre tenia, al igual que a todos los angelitos, y llevarselo a a todos los pobres del purgatorio. Maldito desgraciado, ladron y chorro.

Pero no se preocupe, que usted puede venir al cielo tranquilo, y hasta puede traer a ese amigo, que le regalaremos playboys, y muñecas inflables...es lo maximo que podemos dar, ya que aca son todas monjas (y feas).
Bendiciones hermano Fontana, y esta historia estuvo genial.

 

A Blogger Noemí Mejorada le robé su cartera el día 25 de enero de 2008, 13:46, mientras hacía este comentario en mi blog:

Chin, que pena... acabo de responder el comentario en la entrada anterior...

:(

disculpas... disfruto mucho este blog...

 

A Blogger LINO FONTANA le robé su cartera el día 26 de enero de 2008, 10:44, mientras hacía este comentario en mi blog:

Maestro Jesucristo:
Nachito agradece la invitación y ya está esperando con ansia ir al cielo. Dijo algo como: "no cabe duda, el Maestro sí que sabe cómo apapacharnos".

Jaja, Saludos.

 

A Blogger lizzy le robé su cartera el día 28 de enero de 2008, 20:56, mientras hacía este comentario en mi blog:

me gusta como escribes..!! te leo
byebye

 

A Blogger Vala Sailhin le robé su cartera el día 31 de enero de 2008, 9:54, mientras hacía este comentario en mi blog:

Sr. Fontana, pues llegando a su blog y retirándome a la espera de más de sus cleptómanas aventuras (y con la sensación de algo me falta). Un placer leerle...Ah, por sugerencia de su lectora asidua, mejor conocida en la blogosfera como La Rota Beauvoir, me permito hacerle la cordial invitación a colaborar en Vavelia, una revista electrónica. Así que si pudiera proporcionarme su correo para enviar la información, sería un gustazo! o escriba por favor a babelenprosa@gmail.com y le cuento con más calma!! Saludos...

 

A Blogger LINO FONTANA le robé su cartera el día 1 de febrero de 2008, 6:07, mientras hacía este comentario en mi blog:

Galactic Queen:

Sea usted bienvenida a Memorias De Un Ladronzuelo, y de antemano agradezco a mi querida Beauvoir, por honrarme con tales recomendaciones.

Ya he mandado el escrito con el dato de mi E-mail a la revista, que espero le llegue correctamente o se lo reenvío.

Un Saludo.