Esta colorida aventura de LINO FONTANA es traída hasta ustedes por Pedro J. Hernández, como a eso de las 7:19... bueno, más o menos a ésa hora.
-¡Listo muchachos! Ya preparé el cafecito y sólo hay que ver quién será el valiente para que le meta el cuchillo a ésta rosca -dijo mi hermana Karina sonriéndoles a todos los presentes.
Allí en la sala de mi casa presentes estaban mis queridos amigos Nachito y Walter, el vagabundo, para degustar una sabrosa y tradicional
rosca de reyes que yo había robado de una panadería cercana.
-Ja-ja-ja mire Fontana, que somos como los tres reyes magos en este momento: reunidos como tres caballeros para ver quién encuentra primero al monito en la rosca -bromeó Walter, que se notaba pasaba un buen momento y animoso por el convite.
-Oye Fontana, pero ¿qué va a pasarle a quien encuentre al monito? Se supone que quien lo encuentra hace algo, ¿no? -preguntó con pesar Nachito, pues sabido es que los tres somos unos pobres diablos que vivimos del trabajo diario... aunque sea laborando en el robo como Nacho y yo, o la hurga en botes de basura como Walter.
-No pasa nada, sale el mono y ya, fue todo. Así que no se preocupe querido Nachito -intenté tranquilizarlo.
-¡Eso es de maricas! -expresó Walter a viva voz -claro que le tiene que pasar algo a quien le sale el mono, sino qué chiste.
Yo me negué a tal exigencia y desdeñé los calificativos de Walter, que no paraba de hacer sonidos como de gallina. Karina y Nachito se reían mientras escuchaban los "
Clo-clo-cló" que el vagabundo remedaba para molestarme al tiempo que se paraba para menear los brazos, imitando el aleteo de aquellas aves.
Como no me gusta que me hagan ademanes y menos en mi propia casa, regresé el reto a Walter diciéndole "
apostemos entonces", lo cual hizo que todos enmudecieran y el vagabundo congelara su movimiento de brazos, atónito por mi pedido aunque al final complacido.
"
¡Oooh no!, ya he visto esto antes", exclamó mi hermana Karina con pesar. El vagabundo sonrió malvadamente y pidió que la apuesta fuera "
dejar que quien encuentre al mono viva en la casa del perdedor por seis meses". Mi hermana se acercó y me dijo: "
pero no seas tonto Fontana, Walter no tiene casa, ni modo que te vayas a vivir con él debajo del puente abandonado donde duerme, es absurdo", a lo que el vagabundo sin dejar de mirarme continuó haciendo los aleteos de pollo y carareando el "
clo-clo-cló" que hizo que mi hermana olvidara lo que había dicho para seguir riéndose. Yo acepté la apuesta dándole un golpe a la mesa y comenzamos a partir pedazos de rosca cada uno para irlos comiendo, cual si fuera una especie de juego de ruleta rusa.
Primero Walter, luego yo, luego Walter, luego yo... cuando íbamos a la mitad de la rosca miré que el vagabundo panzón tenía un poco de cansancio y sintiendo que a mí se me atoraba ya el pan en la garganta, le propuse detenernos. Sin embargo el vago tomó un nuevo aire para volver a los movimientos gallináceos y golpee la mesa nuevamente diciéndole a mi hermana: "
ve a la tienda a traer leche".
Karina levantó los ojos con enfado y dijo:
"esto va a tomarnos toooda la noche", luego agarró el monedero y salió acompañada de Nachito. Walter y yo nos quedamos en silencio mirándonos fijamente para intimidarnos.
-Su turno Fontana -habló Walter con maldad.
-Ya voy -dije yo con maldad.
-Aquí está el cuchillo -dijo él con maldad.
-Gracias -contesté yo con maldad.
Comencé a partir con mucha maldad el pedazo de rosca que me tocaba cuando sentí un ligero obstáculo entre el pan. Me detuve una fracción de segundo pensando en lo que iba a hacer pero sabía que cualquier movimiento lo detectaría Walter. Todo sucedió en un par de segundos que sentí como eternos hasta que sorpresivamente se escuchó el timbre de la casa, seguro era que Karina y Nachito habían regresado con la leche. Walter se paró y corrió a abrirles sin dejar de verme, cosa que aproveché para que en un pequeño descuido de sus ojos, empujar el monito hacia el siguiente pedazo de pan y librarme de él.
"Soy un genio malvado", pensé.
El vagabundo volvió corriendo y me miró comer con toda delicia mi pedazo de pan y sober mi leche. Le invité a partir ahora el siguiente pedazo, él lo hizo y comenzó a comerlo, mientras yo lo observaba maliciosamente. De un momento a otro Walter dejó de masticar cuando sintió algo entre sus dientes, su rostro se volvió errante y luego reanudó el movimiento de las quijadas y bebió un gran, gran sorbo de leche.
-Pues ahora es su turno, Fontana -dijo él.
-¡Usted, maldito viejo, es un tramposo! Le ha salido el mono y se lo ha tragado, ¡usted es un sinvergüenza! -le grité muy molesto al vagabundo que levanta las manos y se jactaba de no saber nada al respecto.
Me paré de mi silla y empecé a dar vueltas. Todo mundo se desconcertó mientras yo me jalaba los cabellos y hacía ademanes al cielo, gritando groserías y luego me detuve para mirar a Walter y decirle mientras lo apuntaba con el dedo índice: "
¡Usted es un maldito tramposo de mierda Walter, estoy seguro que le ha salido el mono!"
-¿Pero cómo lo sabes Fontana? -dijo Nachito asustado por mis gestos iracundos.
-¡Porque yo vi el mono cuando partí mi pedazo, lo sentí con el cuchillo! -les grité.
-¡Ja! Pues entonces fue a tí a quien te salió el mono. Esta vez no hay más que un sólo tramposo y fuiste tú, hermanito -Karina dijo esto y de inmediato comenzamos todos a discutir a viva voz sobre quién era el ganador y quién el perdedor. Después de todo el alboroto tuve que reconocer que yo descubrí primero al mono y todos concordaron con que fuí el perdedor. Walter se paró de su asiento, comenzó a bailar el "
un, dos, trés: qué paso tan chévere" y luego se ausentó para irse al puente abandonado donde dormía para recoger sus cosas y mudarse a mi casa por seis meses. Mi hermana me miraba con mucha molestia porque no es el deseo mejor de una adolescente vivir bajo el mismo techo con un tipo barbón que huele a cañería de reclusorio.
-Espero que hayas aprendido tu lección esta vez, pedazo de pelmazo -dijo mi hermana torciendo el gesto -. Dice el dicho que el muerto y la visita al tercer día apestan, ¡pero éste huésped apesta desde ahora mismo! Todo es tu culpa...
-Sí, ya aprendí mi lección, no necesitas reprochármelo. De hecho aprendí dos cosas: primero, no volveré a intentar esconder el mono de la rosca; segundo, no debo dejar que las burlas de otros me afecten -medité filosofando mientras me tocaba el mentón.
-¡Pues no puedo creerlo, no has aprendido nada! Ésa no es la moraleja de ésta historia, la moraleja es: Primero, que eres un zopenco porque no supiste hacer trampa, tenías todo para ganarle al vagabundo ése y ponerlo en rídículo pero no pudiste; y en segundo lugar, ¡eres un perdedor! ¡Sólo los perdedores no saben cómo hacer trampa y por eso nunca ganan...!
-A mí me parece más coherente lo que dice Karinita, querido Fontana -dijo Nachito rascándose la cabeza.
-Cállense los dos... acabo de aprender una tercera cosa: ¡Los odio! ¡A todos! Nunca más volverán a comer rosca en mi casa.
Etiquetas: Segunda Temporada