-No tenemos nada que perder, Fontana. Estoy segura que encontraremos a los muchachos y reuniremos de nuevo a la banda –exclamó Ivanna con una enorme emoción en sus ojos, tan grande que me hizo viajar en el tiempo y recordar nuestros aquelarres de ladrones –. ¡Pisa el acelerador y vayamos, que ya no puedo esperar para saber lo que fue de ellos!
Aceleré pues yo deseaba el encuentro tanto como Ivanna, también extrañaba a mis añejos compañeros.
LOS NADIE II: LA BANDA REUNIDA
Íbamos en mi auto camino a la ciudad a buscar a los otros dos miembros de la banda y convencerlos de formarla de nuevo. No tardamos mucho en llegar y de inmediato fuimos al antiguo domicilio de Romo, el primer buscado. Aunque pensábamos que ya habría mudado a un nuevo lugar, nos alegró saber que aún residía en esa casa con su madre.
Ella nos dijo que nuestro compañero se encontraba trabajando, pero su hora de salida no tardaba mucho y nos convidó a esperarlo. Charlamos con ella bastante tiempo y volvimos a constatar su afabilidad de antaño. Nos contó que su hijo era auditor en un despacho contable y brindaba asesoría y supervisión a diferentes empresas. También expresó la suerte con la que contábamos pues seguido salía para realizar su trabajo en otras ciudades y visitar más empresas, ausentándose a veces una semana entera.
Sonreíamos y conversábamos con la señora, cuando el ruido de un automóvil llegando nos hizo palidecer. Nos llenamos de emoción y creo, por la mirada que mostraba Ivanna, que la alegría mutua de encontrarnos inminentemente con nuestro amigo nos hizo palpitar el corazón como tambor marcial. Escuchamos la llave introduciéndose en la puerta, luego la vuelta de la perilla y entonces la entrada parcial de luz por lo semi-abierto, que nos hizo levantar del sofá.
-¿Cómo? ¡A qué debo este milagro! ¡Hola! –Romo expandió una gran, gran sonrisa. Ivanna lo saludó y luego se dieron un abrazo, yo me acerqué después e hice lo mismo. Ivanna repitió al instante y los tres nos dimos otro fuerte y cálido apretón juntos. Tan entrañable como la distancia en años de no vernos, tan fuerte como el peso de tantos recuerdos que nos llegaron ahí, tan emotivo que Ivanna mojó levemente mi camisa con sus ojos.
Durante un buen rato estuvimos en su sala platicando de tantas cosas. Recuerdo tras recuerdo, historia tras historia, se nos pasó el tiempo trayendo nuestras vidas pasadas de nuevo al presente.
Romo sin embargo había cambiado un poco, ahora era un poco más cachetón y vestía con más propiedad y seriedad, tal era la imagen que debía mostrar en su trabajo. Nos contó que tenía una novia con la cual mantenía una relación de 6 años, presumiendo quizás una boda cercana. Mirándolo más detenidamente y según su propia versión, se podía observar un estilo de vida más diferente al nuestro. Romo tenía un trabajo estable y asumimos que prometedor, sus planes auguraban una vida pródiga a la espera de sus posibles nupcias y la expectativa de tener hijos. Sus gramos de peso ganado daban testimonio de su dedicación al trabajo y la propiedad con la que hablaba era acorde a la seriedad con que tomaba la vida. Ante tal imagen reparamos un poco antes de proponerle nuestro plan.
-Queremos reunir a la banda de nuevo, Romo. Queremos volver al negocio de antaño y hacer todas aquellas cosas que nunca debimos dejar de hacer. Vinimos porque queríamos verte y saber de ti, pero también porque sentimos que aquello podíamos hacerlo una vez más. Regresar a las aventuras como modo de vida.
Ivanna fue muy emotiva al contarle nuestro plan a Romo, quien agachó la mirada y sonrió, tomando un poco a broma la propuesta. Luego, al constatar la veracidad del pedido debido a nuestro expectante silencio, movió la cabeza incrédulo.
-No hablan en serio muchachos, es pura nostalgia.
Le dijimos la certeza que teníamos, y le insistimos, pero entonces lo negó dando sus argumentos.
-No muchachos, no… a ustedes les parece fácil, a ti más aún Fontana, pues no tienes hijos ni esposa. Yo no puedo, yo sí tengo muchas cosas qué perder, tengo una vida, quiero casarme, tener hijos después… necesito mi trabajo y es ése mi empeño diario. Yo no puedo dejar lo que tengo, háganlo ustedes, pero lo harán sin mí.
Ivanna y yo nos miramos a los ojos, Romo nos había hecho topar contra el muro de la realidad y nuestro plan ya no tenía mucho futuro.
Seguimos la plática un poco más pero nuestra esperanza de convencerlo era nula y sólo continuamos describiendo la alegría de vernos y lo hermoso de habernos conocido. Súbitamente, Romo miró el reloj y mencionó que debía retirarse para ir con su novia, así que nos levantamos para dejarlo. Nos acompañó hasta el auto, donde nos despedimos.
-Bueno Romo –le dije con nostalgia –cuando te cases nos invitas.
-No se preocupen amigos, les prometo que estarán allí en primera fila. No dejemos de vernos, quizás alguno de estos días podamos tomar un café o algún vino.
-Sí, dale nuestras felicitaciones a tu novia –dijo Ivanna sonriendo.
-Claro, yo le contaré a ella de ustedes. Les deseo un buen camino, gracias por venir Ivanna, gracias por venir Fontana.
Nos despedimos de nuestro compañero y emprendimos una vez más el trayecto, pero esta vez pausadamente. Fue muy grato y emotivo verlo, pero algo triste que no pudiera unírsenos. Transcurrieron algunas calles de introspectivo silencio y después nos atrevimos a comentar las impresiones que nos dejó aquello. “La vida se va rápido, Fontana, muy rápido”, suspiró Ivanna con una sonrisa, pero no desprovista de melancolía.
Dudamos un poco si continuar, pues la opinión de nuestro compañero nos cambió el panorama de expectativas, la idea ya no tenía mucho futuro y nos estábamos deshaciendo de nuestras esperanzas. Aún con esto, la alegría de encontrar a Romo nos hizo imaginar lo bello que sería ver la cara del cuarto miembro de la banda, el entrañable y mejor conocido como Vlad.
Ya era próxima la noche y sentimos una atmósfera especial, así que tomando un nuevo respiro, cruzamos media hora de camino y acudimos a su viejo domicilio.
-¿Mi hijo, Vladimir? ¿Son policías ustedes? –preguntó su padre, quien acudió a nuestro llamado a la puerta y se mostró sorprendido de que buscáramos a su hijo –¡Ahora qué hizo ese maltrecho!
-Nada señor, nada. Sólo somos amigos de antaño y queríamos verlo… -respondí extrañado de su reacción.
Su padre nos dio la nueva dirección de Vlad y emprendimos hacia allá. Tardamos sólo 20 minutos en llegar, pero al tocar en su puerta nadie abrió ni se escuchaban ruidos, creímos entonces haber llegado a un horario equivocado. Era un edificio de apartamentos y el suyo estaba en el cuarto piso. Como ya habíamos realizado el viaje, lo esperamos allí deseando llegara pronto. 15 minutos pasamos charlando y recordándolo, sin embargo no hubo ni un viso de su arribo.
-Ése Vlad, conociendo sus aficiones y su inclinación por la pendencia callejera, seguro andará en alguna fiesta o metido en líos –medité en voz alta mientras miraba por el balcón del descansillo de las escaleras. Ivanna permanecía sentada en los escalones.
-Sí, además me pareció muy extraño que su papá se pusiera a la defensiva cuando le preguntamos por él –se mofó Ivanna, mientras se abrochaba las cintas del zapato.
Mientras miraba el panorama, noté que un vehículo negro se acercaba por la calle, frenó de manera ruidosa y luego se abrió la puerta trasera. En el acto vi unos forcejeos y luego tiraban a una persona sobre el suelo, haciendo aspavientos y dándole patadas. Luego el auto se comenzaba a alejar y el sujeto tirado sobre el pavimento se incorporaba torpemente.
-¿Pero qué demonios es eso?
-¿Qué? –exclamó Ivanna con sorpresa.
-Ese sujeto que tiraron en la calle, ¡es Vlad!
-¿Vlad? A ver, déjame ver Fontana… Es cierto… es Vlad ¡Vamos!
Corrimos por las escaleras, salimos del edificio y llegamos hasta ése misterioso sujeto, a quien de inmediato identificamos como Vlad. Lo ayudamos a levantar pero se volvió a caer del susto de ser abordado por dos figuras inesperadas, luego reaccionó y reconoció nuestras caras.
-¡Pero qué chingada coincidencia! ¿Qué hacen ustedes aquí? ¿Cómo me encontraron?
Nos reímos todos, quizás por el susto, quizás por la escena tan extraña, pero Vlad nos dio un par de apretones estrujantes y sonrió ampliamente, aunque no sin mostrarse adolorido por tantos ajetreos. Le contamos del camino que realizamos para llegar hasta él.
Como la noche ya estaba sobre nosotros y las impresiones recogidas durante todo el día nos causaron algo de hambre, acordamos ir a un lugar para cenar.
-¿Y quienes eran los del automóvil negro? –preguntó Ivanna.
-Pues eh… unas deudas que tengo y no había pagado. Pero no se preocupen, ya quedaron saldadas… eso creo… espero que sí –respondió Vlad, que se mostraba muy contento de vernos y rápido olvidó el extraño episodio violento.
Por desgracia, no pudimos acudir a un lugar tan cómodo como hubiéramos deseado, Vlad le debía dinero a todo mundo y difícilmente podíamos escoger alguna opción para comer sin meterlo en problemas.
Por fin llegamos a un sitio en la calle donde al parecer no lo conocían y ahí pudimos sentarnos a cenar sin problemas, aunque los sonidos de autos pitando y echando humo nos impidieron mantener una plática tan cómoda como la situación lo requería. Aún con esto, disfrutamos de un alegre encuentro y la pasamos muy bien.
Nos retiramos y yo invité la cena para no apenar a Vlad, su falta de presupuesto era muy notoria. Caminamos una breve distancia y ya estábamos riendo cerca de mi auto, platicando nuestras aventuras absurdas y avatares cotidianos, cuando en un parque cercano miré a una persona que creí reconocer muy bien.
Me acerqué y lo confirmé totalmente, era Romo, sentado con su codo apoyado en su rodilla y sosteniéndose la frente con la mano. Estaba abatido por algo, pues había lágrimas en sus ojos.
-¿Romo, qué te pasa? –preguntó Ivanna, externando la duda que todos sentíamos.
-Me dejo, ella sólo dijo que “ya no estaba funcionando” y… simplemente me dejó…
Romo nos contestó pero no entendíamos exactamente qué le estaba ocurriendo, hasta que nos lo explicó todo. Así supimos que su novia, con quien llevaba más de 6 años, lo había terminado. No fue algo inesperado, ya llevaban un tiempo con algunos problemas, auque Romo no les dio importancia y creyó fácilmente superables. Ella le quitó el desengaño: todo había terminado.
Intentamos consolarlo y hacerlo calmar. Vlad, por otra parte, miraba muy sorprendido a Romo, pues de inmediato nos expresó la incredulidad que sentía de vernos reunidos a los cuatro, el mismo día.
-¿También a él lo buscaron para reunir a la banda? –preguntó un poco más repuesto Romo y refiriéndose a Vlad.
-¿La banda? ¿Quieren volver a reunir a la banda? ¡Qué bien! Suena excelente… ¿Así que por eso vinieron a buscarme ustedes dos? –exclamó Vlad dirigiéndose a Ivanna y a mí, mostrando una alegría enorme –Me lo hubieran dicho antes, ésa es la mejor noticia que he recibido este año, ¡wow!...
Romo se talló los ojos y luego se paró, todos nos hicimos hacia atrás pues se veía extraño, como poseído por un espíritu. Luego miró el cielo con un gesto extraño en sus ojos y respiro profundamente.
-Hagámoslo... hagámoslo muchachos, reunamos a la banda otra vez…
-Pero… ¿estás seguro? –inquirió Ivanna, pues lo súbito de las palabras de Romo nos extrañó.
-Yo ya no tengo nada que perder, ¿y ustedes?
Romo dijo esto, y después de unos segundos de mirarnos con incertidumbre los otros tres, comenzamos a sonreírle hasta que, en una reacción de reflejo, todos asentimos con la cabeza aprobando su petición.
-Ya está, la banda se ha reunido –anuncié con un tono épico y orgulloso.
CONTINUARÁ EN EL SIGUIENTE POST...
Etiquetas: Primera Temporada