“Qué desperdicio de tiempo… bueno, es el primer día, tal vez mañana se me ocurra algo”, pensé para consolarme. Suspiré un poco, tratando de concentrarme en la agenda para el día de mañana, pero no podía pensar ni siquiera en eso. Soy tan disperso, que me asaltó la idea de cómo se vería el cielo si en vez de ser azul, lo miráramos verde. La concentración siempre me ha fallado.
De un momento a otro, la puerta se abrió y mi hermana adolescente Karina entró a la casa. Como siempre, llegando de un día más en la escuela.
-¿Qué hay, bigotón? ¿Cómo va el superplan? –preguntó más por cortesía que por interés. Agregando a sus preguntas unas gotitas de sorna, tal como es característico en ella.
-Ahí va, ya casi… ¿Quién te dio esa camiseta? No la traías en la mañana, ¿verdad? –le pregunté extrañado.
-¿Mi camiseta de los Misfits? No, una amiga mía me la regaló hoy. ¿Está muy chirindonga, verdad? Me encanta ¡Mi camisa RULES!
-Mmmmh… no sé Karina, está muy ajustada. Además, a ti no te gustan los Misfits, ¿por qué vistes una camiseta de los Misfits?
-¿Y qué? A ti tampoco te gustan.
-Pues no, pero por eso no traigo una.
-Porque no quieres y eres bien aburrido, en cambio yo soy el Duende de la Alegría.
-No señorita, y además no me gusta la ropa tan ajustada. Las generaciones de hoy malinterpretan los símbolos del pasado y los atrofian –le dije con indignación.
-¡Cálmate anciano! ¿Ya se te olvidó que en 1994 tú usabas unas horribles camisas de franela y te querías dejar crecer el pelo pero mamá no te dejaba? –respondió ella con molestia pero igualmente con burla.
-Sí pero nosotros teníamos ideología, y éramos Grunge: Luchábamos por la Nación Alternativa.
-¡Luchaban por usar unas aburridas camisas de cuadritos y traer el pelo largo sin bañarse! Tú y la generación de dinosaurios vestidos con camisas de franela son lo mismo, ¡un fraude geriátrico! Bola de envidiosos.
-¡Haz lo que quieras pues!
-¡Siempre lo he hecho…! y ya me voy arriba porque tengo mucha tarea.
-¡Bah! Adolescentes… -susurré a poco.
-¡Bah! Dinosaurios…
-¡Te escuche, Karina!
-¡Me vale! ¡Dinosaurio!
Después de constatar con mi hermanita que el relevo generacional tiene sus fricciones, dejé mis actividades y me puse a descansar.
Al día siguiente volví a mis elucubraciones pero no encontraba ésa idea magistral que estaba buscando. Tenía el cuaderno lleno de anotaciones pero ninguna de relevancia; quizás estaba cayendo en un lapso de bloqueo, de ésos que provocan que los artistas y los ladrones no avancen en conseguir ideas que valgan la pena. Triste pero cierto.
Tomé una película y la metí al reproductor de DVD, esperando que así me llegara la epifanía criminal que estaba buscando. Mientras iniciaba, mi hermana bajó por las escaleras pues ya era hora de irse a la escuela.
-¿Estas viendo Eraserhead? Qué buena película, luego me la prestas.
-Karina, ¿desde cuando te gusta Eraserhead? ...Si cada vez que te muestro una película en blanco y negro te duermes.
-Sí, pero ahora la quiero ver ¿no puedo? ¿Ya vas a empezar otra vez con tus traumas de dinosaurio? Saca tus camisas de franela con cuadritos y a la mera así te alivianas, para que vivas de los recuerdos, ¡Como los viejos! jajaja.
-¡Cállate, cállate y vete!
-Jajaja
Las bromas de mi hermana no me echaron a perder la tarde. Después de ver Eraserhead me puse a revisar unos mapas y leer unas cuantas revistas, sin embargo, ninguna idea valiosa me llegó. Todos mis intentos por hacerme de inspiración eran infructuosos aún cuando estuve llenando una lista de “conceptos a desarrollar”.
Otro día perdido y sin llegar a nada. Otra vez dando vueltas en círculo. “Ya sé, saldré a caminar y quizás un poco de viento me traiga nuevas perspectivas”. Salí y tomé un largo paseo por tantas calles como mis pies pudieron. Nada se me ocurrió, pero sí me despejé de tanta presión y descansé de mis ruletas mentales, al grado que a pesar de no conseguir ideas, tenía un humor muy optimista acerca de mi próximo desempeño delictivo.
Al llegar a casa, observé la luz de la sala encendida, y un montón de cabezas en plena convivencia, supuse que mi hermana había traído amigos y me acomodé el cabello para no verme tan despeinado por el viento.
Entré y supuse que no tendría mucho caso sentarme a socializar, todos eran adolescentes y se vestían iguales: un fleco sobre la frente, todos flacuchos, con ropa muy pegada al cuerpo y en cuyos colores predominaban el negro. “Esa Karina y sus amiguitos Emos”, susurré mientras fruncía la nariz y todo el gesto, luego los saludé y después del intercambio me dirigí a la cocina. Allí, con los cabellos sobre la cara y llorando, se encontraba mi hermanita con los ojos chorreados de su sombra negra. Junto a ella estaba una chica que era su amiga.
-¿Y ahora, qué? –pregunté desorientado.
-Hola, señor Fontana –me saludó su amiguita -. Karina está triste porque terminó con su novio Robbie…
-¡No! No tenías por qué contarle eso a mi hermano… bueno ya, no importa –le reprendió Karina, mientras se limpiaba los ojos.
-Vamos Karina, ése chiquillo no te convenía, yo siempre lo supe –me encargué de recordarle a mi hermana. Ella sólo sonrió con un poco de pesar y asintió con la cabeza, mientras sus ojos se humedecían queriendo llorar nuevamente.
-Ya sé, es que… estoy deprimida. Ya no quiero vivir...
-Aaah ¡Vamos Karina! No seas tan tonta, no puedo creer lo que dices -la regañé decepcionado por su manera de pensar.
-Ya Fontana, déjame, tú no sabes de mi dolor…
-Como quieras Karina, voy a subir a mi cuarto, no tengo tiempo para estos traumas tuyos –dije con un poco de fastidio; la amiga de Karina sólo nos miraba desconcertada. Luego mi hermana hizo un movimiento con su mano pidiéndome que me fuera, lo que yo concedí de inmediato.
“¡Bah! Como si perdiera mucho dejando ir a ése pebete…”, refunfuñé mientras subía a mi habitación. En el camino de las escaleras, observé a los compañeritos de Karina platicando en la sala. “Se visten como rebeldes pero apuesto a que sus madres les lavan la ropa", volví a susurrar fastidiado.
Ya estaba en mi habitación y comencé a retomar el papeleo y a querer elucubrar nuevas ideas. Pero luego de un rato en el que volví a dar vueltas mentales sin llegar a nada, me puse a aventar bolitas de papel al bote de la basura. No estaba logrando ni una idea y nuevamente malgasté varios minutos, hasta que escuché unas vocecitas en la calle.
Asomé por entre las cortinas y miré que mi hermana y sus amiguillos se despedían: “Ojalá que tu hermano el dinosaurio no se enoje porque venimos.”, exclamó uno de ellos, mientras yo pensaba: “¿Pero qué demonios? ¡Karina les dijo!”. En fin, ya todo lo peor había pasado, y aquello sólo me pareció el inocuo colmo de las cosas.
“Ahora podré bajar a cenar, aunque tendré que aguantar los chillidos de Karina”, medité mientras bajaba las escaleras. Al llegar a la planta baja y caminar hacia la cocina, miré de espaldas a mi hermana, sentada en el sillón de la sala y viendo la película de Eraserhead, por lo que supuse que estaría triste y acompañando su dolor mirando aquel filme. Me dio un poco de pesar saber que tal vez necesitaba de mis palabras de aliento, pero en vista de que mi hambre era voraz, acudí al refrigerador para tomar una pequeña cena antes de consolarla.
“¡Malditos Emos sarnosos: mi comida se la llevaron!”, me molesté por su confianza abusiva, pues habían tomado toda la comida de mi nevera. Estuve apretando la mandíbula y luego maldiciendo en la cocina, pues ésos malandrines caprichosos se tomaron mi alimento como si se tratara de su propia casa. Tomé mi saco y me apresté a salir a la calle a comprar algo de cenar, no sin antes darle unas palabras de optimismo a mi hermana. Me acerqué detrás de ella y con un tono solemne de voz comencé a hablar.
-Karina yo iba a decirte que…
-¡Fontana, el fin de semana será genial! Los chicos me invitaron a un conciertito de rock en el garage de la casa de mi amiga, ¡Yujuu!
“¿Pero qué demonios le pasa a esta adolescente?”, estaba yo sorprendido por su actitud, pues de inmediato dio un giro y ahora mostraba una faz muy alegre y vivaz.
-¿Qué no se supone que estabas triste por lo de Robbie?
-¡Ay Fontana! Vives en el pasado ¡como los dinosaurios! Todo eso fue hace rato, ahora esto es lo nuevo, es más, estoy tan emocionada que subiré a mi habitación a planear la ropa que me pondré.
-¿Qué? Seguro tu has de estar loca… en fin, yo ya no entiendo. Voy a salir, porque tus amiguitos “Emos” se ro… se llevaron mi comida, así que tendré que buscar algo para la cena.
-¿Ibas a decir se “robaron”? Jajaja Qué irónico momento, al ladrón le roban su cena jajaja –Karina se burlaba con mucha alegría y eso terminó por fastidiarme totalmente el día. Abrí la puerta y salí a la calle contrariado.
No podía creer que esos adolescentes me hubieran robado mi cena y también me hubieran estorbado en mi propia casa para mis meditaciones delictivas. Algún día les haría pagar caro por su afrenta… “¡Hey! Ya lo tengo…”, una inesperada idea llegó a mi mente y me detuve un momento. La venganza me había inspirado y ahora sabía cual sería mi siguiente movimiento delictivo. "Eso es, ¡los haré pagar y les robaré hasta las pulseras!", pensé ponzoñosamente mientras sonreía.
Según lo que me comentó mi hermana, sus amigos Emos darían un concierto en el garage de su amiga y por lo tanto tendrían una gran fiesta, con muchos invitados y mucha gente en aquella gran casona donde me dijo que estarían. ¡Eureka! Entraría yo allí y me robaría sus instrumentos musicales, les echaría a perder la fiesta y me desquitaría de lo que me hicieron. Mi plan era magistralmente perverso y eso me causaba una alegría enorme.
“Jejeje nada mejor que hacer padecer a los adolescentes”, me regodeaba con mi crapulencia vengativa, mientras la luna ya iluminaba toda la calle de regreso a casa.
-¡Me desquitaré y les robaré su música! –susurré apretando los dientes del gusto y corrí para llegar pronto a casa, con mi cena en la mano y saboreando mi próxima venganza…
CONTINUARÁ EN EL SIGUIENTE POST...
Etiquetas: Primera Temporada